viernes, 8 de julio de 2011

ODA

I

En luminosa roca estoy sentado.
Vuela la suave brisa
Del joven verano
Igual que la tibieza de una dulce cena.
Al silencio acostumbro
Mi corazón (no es tan difícil).
Todas las cosas desaparecidas en torno mío se reúnen,
Mi cabeza se inclina y cuelga
Mi mano.

Contemplo la crin de las montañas.
Brilla en todas las hojas
La llama de tu frente.
En el camino, nadie, nadie.
Miro como tu falda
Ondea al viento.
Bajo los frágiles follajes
Tiemblan fugaces tus cabellos,
Vibran tus blandos senos en un instante
Y, mientras el arroyuelo Szinva corre,
Miro surgir una vez más
En los guijarros redondos y blancos
De tus dientes, la sonrisa de un hada.

Attila József

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