jueves, 20 de enero de 2011

He llegado al risco donde diviso en medio de la cornisa
aquel horizonte que me llama entre dos picos.

Su paisaje húmedo disfruta del silencio
y solo dentro la ola rompe y vuela.

Una música
como de hojas blancas gravita en las rocas
a lo lejos la escucho y es como si estuviera en casa
sin más abrigo que estos ojos.

De nuevo la cuerda que rasga
esta carne en conserva
los vientos magnéticos del norte que suelen lamerse las heridas
la ebriedad del ocaso y su disco de ámbar
músculo de arena que calza esta vena.

Al pie de este árbol sin estrella donde todos confían
uno a uno se abren sus empaques
elásticos hilos desatados
desnudando su corteza
el puñal y la marca
la raíz y su sombra.....

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