domingo, 25 de octubre de 2009

ACUARELA


Un caudal menor se abandona en la orilla
a su distancia fiel la palabra.

De su costado el hueso abierto brota
un paisaje de nueve ruidos
una voz de dos estancias.

Como una sensación térmica
se anuncia el delirio de la tarde.

El río
se detiene 
se aquieta para ella.

Entregada a su canto
ya menguado
se adentra al bosque
como un brazo que se extiende
huyendo de su cauce
en busca de su fruto prohibido:
la luz de la manzana
 
sus olvidados abalorios. 

Ella pinta lo que el agua le da
el murmullo de su herida.

Ella recoge el color que imprime su latido
como una voz despierta a su plasma
mientras el solar con furia muerde
en la media luna fértil.

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